Los certificados de profesionalidad se pueden conseguir trabajando al mismo tiempo que se recibe formación y a través de la experiencia laboral. Están llamados a facilitar el acceso al empleo a través de la formación y el reciclaje de un profesional en el puesto de trabajo. Pero es un instrumento que no acaba de despegar, bien por desconocimiento del propio trabajador, bien por la complejidad del proceso.
Nos parece llamativo que las empresas estén reduciendo la formación de sus empleados justo en el momento en que más se precisa y, desde que ha comenzado la crisis que estamos viviendo, la gran mayoría de las compañías en España han recortado los planes para cualificar a sus plantillas.
A esta escasa difusión de los certificados de profesionalidad han ayudado los distintos cambios de la normativa, disparidad de pautas de acreditación por los gobiernos autonómicos, la excesiva duración en algunos casos para obtenerlos, etc.
Pero gracias a la modalidad mixta, de reciente aprobación, estos certificados conseguirán un mayor peso en el mercado laboral.
Interesante mencionar las 26 familias profesionales en las que está
estructurado actualmente nuestro sistema de formación profesional, ya
que cubren un amplio abanico de formación y ocupaciones, y aunque no
están todas (siempre se puede mejorar), es un avance de cara a la
disparidad de "formaciones" con las que contamos en nuestro sistema,
formación reglada, cursos para trabajadores en activo, para
desempleados, etc... para poder buscar un punto común del que partir.
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